Instituto Nacional de Ciegos tiene imprenta en braille y estudio de grabación de libros hablados.
Aunque tiene baja visión, Tatiana Rodríguez es mejor lectora que cualquiera de los colombianos que leen, en promedio, apenas un libro y medio al año.
Comunicadora y profesora de una universidad, pertenece al Club de Lectores del Instituto Nacional de Ciegos (Inci) y es una de las más asiduas entre las 180 personas con limitación visual que integran este programa, que ganó la convocatoria 'Leer es mi cuento', del Ministerio de Cultura, para promover la lectura entre más personas invidentes en el país.
"He leído muchos de Germán Castro Caycedo, Memorias de una geisha, El niño con el piyama de rayas. Pedí que me grabaran los Cinco sentidos del periodista, de Ryszard Kapuscinski", cuenta Tatiana, aunque ese 'leído' suene extraño, puesto que en su caso, y el de 1'134.000 colombianos, se hace con los oídos y con las manos.
John Jairo Jiménez, 'Jota', es quien se encarga de que puedan hacerlo. Desde un estudio de grabación en el Inci, en Bogotá, este arquitecto y sonidista les da vida cada día a los libros que van pidiendo los lectores del club, que ya tiene más de 800 títulos.
Millenium, Harry Potter, Las crónicas de Narnia, El cuarteto de Alejandría y hasta la Biblia (el libro más leído) hacen parte del catálogo y se graban en este estudio por locutores profesionales. Un libro de Harry Potter puede tomarles un mes de grabación.
Luego, estos libros hablados se guardan en un formato llamado Daisy, similar a un CD, que se escucha en un aparato llamado Victor Reader.
'Jota' toma uno y lo introduce en el lector, que tiene la apariencia de un teléfono con teclas y reproductor de sonidos:"Los asesinatos de la calle Morgue, de Edgar Alan Poe", se escucha en la voz de uno de los locutores. "Este libro tiene 234 páginas y una duración de 1 hora y 38 minutos", continúa la voz.
"No es lo mismo que un audiolibro. En el formato Daisy no solo se graban las obras completas, sino que también se leen los puntos, los paréntesis, todo lo que las personas ciegas necesitan saber para disfrutar un libro de la misma manera que alguien que ve", explica 'Jota', y le pide al aparato que lo lleve a la página 200 del libro hablado, para demostrar que la máquina permite accesibilidad. Durante años, este sistema, así como el braille, han sido la forma en que las personas ciegas acceden a la lectura. Pero no es fácil y aún falta cobertura.
Cada Victor Reader puede costar entre 1 millón y medio y dos millones de pesos; entonces, si un ciego quiere leer, puede hacerlo en una biblioteca o un colegio que tenga el aparato. Hasta hace unos años, los escuchaban en casetes, pero estos se dañaban con facilidad porque para retomar el libro las personas ciegas devolvían y adelantaban la cinta.
"Cien años de soledad está grabado todo en 18 casetes y si se hiciera en braille tendría un volumen gigante", cuenta 'Jota', promotor del Club de Lectores.
Por eso, ahora el Inci también tradujo al español un software llamado Amis, que lee documentos en este formato y se distribuye gratis entre las personas ciegas, para que puedan tenerlo en sus casas. También por eso, el Club de Lectores permite que las personas ciegas bajen los libros en línea y los escuchen directamente de la página del Inci o les prestan material físico en libro hablado o en braille.
"Leer es muy fácil, desde que te acostumbres a escuchar; lo difícil es encontrar libros especializados. El problema realmente es que muchas personas con limitaciones visuales no tienen acceso a computadores", dice Tatiana, quien estudió en la universidad gracias a que sus amigos y su familia le leían los libros que necesitaba.

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